miércoles, 12 de mayo de 2010

AGRIMONY en mis sueños

Pocos días después de esa experiencia hablaba de nuevo sobre las flores con Ágata.

Y descubrí algunos datos sobre Agrimony que podían ser interesantes. Al llegar a casa miré en internet y leí todo lo que encontré.

Esa noche soñé con Agrimony, con su nombre, con el preparado.... así que seguí investigando.

En principio Agrimony es la máscara, esa personas que mienten u ocultan sus tristezas bajo una apariencia de serenidad o alegría. El payaso, el que se dibuja una sonrisa cada mañana antes de salir para que los demás no se den cuenta de lo que hay debajo.

No me sentía muy identificada, pero si tiras del hilo... encuentras.

Recordé cómo de pequeña mi madre me había enseñado a "comportarme". Cómo nos había inducido a mis hermanos y a mi a mantener las formas cuando estábamos de visita a costa de todo lo que estuviera sucediendo en nuestro interior.

No es que nos obligase a hacerlo, aquello no me costaba el más mínimo esfuerzo; un niño está dispuesto a hacer cualquier cosa por agradar a sus padres, por conseguir su cariño y aprobación. Ves que un comportamiento funciona, que te hace conseguir lo que quieres y lo adoptas. En principio eso no tendría que ser negativo, es la forma que tenemos de aprender, pero los niños no tienen aún la capacidad de la mesura y lo llevan todo al extremo.

Recuerdo que a veces me dejaba al cuidado de alguien, me sentaba en una silla y cuando volvía horas después, seguía allí, sin haberme movido apenas, sin haber soltado palabra alguna... recuerdo que la desesperación, la impaciencia, el cansancio y la irritabilidad me rondaban en esos momentos, pero no los dejaba salir al exterior.

"¡¡Qué niña tan buena y educada!!, es un primor, la puedes llevar a todas partes!!!"

O cuando me inyectaban unos antibióticos fortísimos que me dejaban el trasero dolorido una semana entera... nunca hubo una sola protesta, una lágrima, una queja... hasta el practicante decía "¡qué niña tan buena que no llora...!"

Ahora comprendo mis continuas infecciones de garganta. Cuántas palabras y llantos no dejé salir, pero cuando te refuerzan el comportamiento mil veces, cuando escuchas tantas veces lo buena que eres, acabas creyéndotelo.

Por ello hasta hace muy poco consideraba eso como algo positivo. Ese control emocional me ha sido muy útil en mi vida y en mi profesión, controlar las emociones te evita muchos problemas sociales. El desarrollo de la paciencia y la inmovilidad física me han servido incluso para ganarme la vida en mis trabajos de modelo de bellas artes y de estatua humana... me había convertido en una experta del control, en una estatua de verdad.

Quizás yo misma me llevé al extremo de ese comportamiento escogiendo trabajar de estatua humana, me resultaba tan sencillo estar quieta y serena... pero de tanto aguantar y resistir, pese al frío, al calor, a los comentarios, pese a la calle en sí misma... me rompí... brotaron mis contracturas y tuve que buscar remedios, soluciones, cambios... bendita contractura!!!

La historia está en que los humanos no somos estatuas, ni perrillos amaestrados que nos esperen impasibles ante la puerta del súper. Tenemos unas necesidades dictadas por las emociones y si no las dejamos fluir y desarrollarse, nos bloqueamos. Nos convertimos en ollas a presión que deben estallar por cualquier parte...

En la adolescencia ese control desencadenó en bulimia, en una incapacidad de mantener mis cosas ordenadas... el ser interior se rebela como puede... llega un momento en el que el control ya no lo ejercen los padres, sino que lo interiorizas y eres tú misma la que creas las expectativas que suelen ser desproporcionadas a la realidad. Y te rebelas contra ti misma, te divides... y comienza una guerra interior que suele ser difícil de parar...

La bulimia pasó, llegaron los porros y el alcohol, y ese continuo boicot a mi misma que me ha hecho perder tantos años de luz...

Y aún hoy la contractura se mantiene, pese a las limpiezas de hígado y todo el trabajo interior. La rigidez me impide fluir y desarrollarme...

Agrimony fue mi primera elección en este proceso, porque esta actitud la percibo en el origen de todos mis desequilibrios.

De repente he sentido que los seres humanos somos extremedamente vulnerables. Ese pequeño hábito que mi madre me mostró ha determinado mi vida completamente, mis elecciones, mis preferencias, mis profesiones, mis relaciones, mis sufrimientos y alegrías, mis enfermedades, mis formas de escape...

Como dijo Lorca en la obra "Así que pasen cinco años": "Anoche soñé que todos los niños pequeños crecen por casualidad, que basta la fuerza de un beso para poder matarlos a todos..."

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